viernes, 12 de junio de 2009

Si sientes miedo no enciendas la luz

Subí a mi habitación cuando el reloj ya casi marcaba las 2:30 a.m. No podía dormir, me dispuse entonces a tocar guitarra, hasta que una cuerda se cortó y me produjo una profunda yaga en la mano izquierda. Avancé hasta el baño para limpiarme la herida “si sientes miedo no enciendas la luz” la piel se me puso pálida y fría, no pude levantar la vista para verme en el espejo, ni siquiera pude moverme y la luz se apagó repentinamente “si sientes miedo no enciendas la luz”, ¡quién era!, ¡que hacía en mi casa! Miré el reloj en mi muñeca y justo al marcar las 3:00 a.m. las manillas comenzaron a girar violentamente. Bañado en lágrimas y sudor comencé a gritar “¡vete, vete por favor!, “si sientes miedo no enciendas la luz”. Giré rápido la perilla de la puerta y corrí por el pasillo que reflejaba un cuerpo al cual impacté bruscamente, y me encerré en mi habitación. Golpearon la puerta seis veces y ya no escuché más esa voz, ahora sólo eran sollozos eternos de bestias y demonios hambrientos que se contentaban con mis temores. Repentinamente el silencio inundó mis oídos y jamás me sentí más atrapado...la escalera rechinaba con furia y alguien corría en ella, de arriba a bajo sin cesar, gritando con demencia “¡si sientes miedo no enciendas la luz!, ¡si sientes miedo no enciendas la luz!” . Ya no había lugar en mi alma que no estuviese sedado por el pánico, así embriagado por el momento, sumido en mis pensamientos, una mano cubierta de peste y sangre se alzó por debajo de mi cama y me tomó los pies “¡si sientes miedo no enciendas la luz!”, haciendo caso omiso a su intrusión encendí la luz junto al escritorio y las paredes comenzaron a sangrar desmesuradamente y en ellas vi sombras que bailaban burlándose de mi carencia de valor; el armario entreabierto ocultaba una cara que me observaba sin detenerse sonriendo en forma burlesca. Abrí la puerta apenas aquella mano soltó mi pie y corrí por el pasillo encendiendo todas las luces que estaban a mi alcance y pude ver lo más horrible que alguna vez se posó sobre la tierra: demonios con el rostro destruido gritaban blasfemias con ira profunda, una mujer con el torso invertido yacía en una esquina de la escalera vomitando idiomas que no pude alcanzar a comprender, el espejo desató la imagen más cruda del infierno y en ella mi rostro se aparecía y desaparecía; mas lo que mayor temor desató en mí fue la figura que se asomaba en el entre techo, gimiendo a varias voces de ultratumba y con la mirada llena de fuego “si sientes miedo no enciendas la luz, si sientes miedo no enciendas la luz, ¡si sientes miedo no enciendas la luz!”.

Es una de las historias que arranqué de un libro y quise compartir con ustedes ¿quieren saber lo que decía al final? “Si de noche tu cabeza has de girar, procura hacerlo en silencio, sin mirar los pies de tu cama y, si en ella vez una silueta, guarda calma y, si sientes miedo, no enciendas la luz...”

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